El viernes por la noche después de esa goleada que nos propinó el Once Caldas, no quise saber mas nada del fútbol colombiano, por lo que se me iba hacer un fin de semana largo, ya que los sábados y domingos me distraigo viendo los partidos por internet, antes lo hacía por la tv, pero desde que a la Dimayor le dio por quitarnos ese placer a la mayoría de los aficionados, ahora nos toca escudriñar en Google los sitios donde piratean la imagen.
Tratando de olvidar un poco lo ocurrido el viernes, me invente el famoso paseo de olla. El domingo salimos muy de mañana en compañía de la familia y algunos amigos, el día estaba preciso para disfrutar de las caudalosas aguas del río Zulia y desde luego para cocinar un delicioso sancocho con sabor a rampuche. Comí hasta que se me paró el ombligo, después me recosté bajo la sombra de un inmenso árbol, que con el paso de las horas dejó pasar los rayos del sol y vino la quemada tenaz. Un poco indigestado y con la piel rojiza volvimos a la casa en horas de la tarde-noche. Antes de buscar la cama, no podía dejar de comer un sabroso calentao que se freía con los restos del sancocho. Me acosté con el estómago como carpa de circo.
Lleno como el que más había comido y con el cuerpo maltratado por las quemaduras, empecé a soñar. Alguien me dijo que las acciones para hacerse socio del Cúcuta ya estaban a la venta, yo me había hecho la promesa de comprar 100 acciones, pero no tenía la plata, entonces recurrí al "pagadiario", me prestó el millón de pesos, no sin antes advertirme las consecuencias, en ese momento sólo me importaba ser un socio del Cúcuta Deportivo.
Con la plata en el bolsillo me dirigí a las oficinas del Cúcuta, me atendió un tipo como de 2m de alto con una grabadora en la mano de las que usan los periodistas.
- Si viene por lo de las acciones, eso lo debe hacer en la fiduciaria que queda por RCN- me dijo.
En ese momento vi que sus ojos se aguaron como si extrañara a la empresa radial. -A cual fiduciaria se refiere-
-ASOBAC- me respondió
No sabía si reír o seguir soñando, ahora no sólo tenía el monopolio de las boletas sino también el de las acciones. Me dirigí a las oficinas de Asobac dispuesto a negociar, y a una cuadra del sitio se me apareció el primer revendedor. Pensé que ya estaban revendiendo las boletas para el partido del próximo fin de semana y vaya sorpresa la que me llevo, lo que me ofrecían eran las mismísimas acciones.
Asombrado por lo que acababa de ver, seguí caminando hacia Asobac, y al llegar a la reja de la puerta vi cómo peluche cerraba de manera rápida una página porno que tenía en su computador, y como buen cucuteño debí mamarle gallo, pero preferí dejarlo sano.
-Peluche, vengo a comprar 100 acciones del Cúcuta Deportivo-
-Ya se acabaron- me dijo. No lo podía creer, en el punto oficial no habían acciones disponibles y mientras tanto en la calle se vendían como pan caliente. Se repetía la misma historia de cada 8 o 15 días con la venta de boletas. Le pedí que me explicara el porqué las acciones estaban en manos de los revendedores, y su respuesta fue contundente -Los dueños del equipo compraron todas las acciones con el dinero que la institución les debía a ellos y se las dieron a los revendedores para salvar el billete-.
No me quedaba otra opción, si quería ser socio del Cúcuta Deportivo me tocaba comprar las acciones a los revendedores, pero me dolía que el dinero no le iba a entrar a la institución, sino a las cuentas personales de quienes tienen sumido al equipo en la mayor crisis económica de la historia. Me decidí abordar a unos revendedores, tenían acciones a nombre de Ramiro, abreo, torrado, Bahar y otros mas. Compré un paquete de cien acciones, y muchos aficionados también lo hicieron, se estaba cumpliendo la ilusión de muchos, ahora el Cúcuta era verdaderamente de los aficionados......Pero como dicen por ahí, no hay dicha completa, el gallo de la vecina me despertó y me sacó de ese sueño de fantasías.
Debo confesarles que desperté con sentimientos encontrados, por un lado con una inmensa tristeza, porque eso de ser socio del Cúcuta había sido tan solo un sueño, y por otro lado, una gran alegría, porque no les debo un solo peso a los "pagadiarios"